LEYENDAS URBANAS SOBRE VACUNAS
Estamos en otoño y comienzan los resfriados, diarreas, etc. También la GRIPE. Es un período para hablar de vacunas en general, tanto para niños como adultos.
Desde 3 Ducktors, antes que nada, queremos afirmar, que somos PROVACUNAS, ya que ayudan a prevenir enfermedades. Gracias a ellas, la salud de las personas es mejor, ya que con ellas se evita que millones de personas caigan enfermas por enfermedades contagiosas y con ello se han salvado millones de vidas. Ejemplos recientes de esto es la disminución de COVID en países desarrollados tras la vacunación, la erradicación de la Viruela, etc.
Sin embargo, las cosas no son tan fáciles y sigue habiendo personas que dudan de la eficacia y seguridad de las vacunas. Vamos a intentar desterrar una serie de mitos con respecto a ellas:
1. YO NO VACUNO A MI HIJO PORQUE EN EL SIGLO XXI YA NO HAY TANTAS ENFERMEDADES COMO ANTES Y YA NO MERECE LA PENA VACUNARSE. FALSO
Este es un mito muy extendido. Cierto es que vivimos en una época y en una parte del mundo en donde las condiciones higiénicas y sanitarias han mejorado espectacularmente en los últimos 100 años. Pero uno de los motivos por los que hemos llegado a este punto son las vacunas. De hecho hay enfermedades erradicadas gracias a las vacunas, como la viruela, y otras que ya se han convertido en raras como la varicela y el sarampión. Sin embargo, si dejamos de vacunar a nuestros hijos, esas enfermedades que ahora te suenan raras o desaparecidas volverán, y con ellas las complicaciones y las muertes que acarrean. De hecho se está observando un repunte de sarampión y polio en países en los que se ha observado una disminución de la cobertura vacunal.
2. ES MEJOR CONTAGIARSE DE UNA ENFERMEDAD Y PASARLA QUE PROTEGERTE CONTRA ELLA CON UNA VACUNA. FALSO
Cierto es que algunas de las enfermedades contra las que existe una vacuna pueden ser banales (gripe, varicela, rubeola…), lo que genera la falsa creencia de que es mejor contagiarse y “pasarla” para que así la inmunidad que se adquiere sea “natural”, pero hay que saber que estas enfermedades no están exentas de complicaciones, entre ellas, la muerte. Es preferible vacunarse que “pasar” la enfermedad y exponerse a riegos innecesarios.
3. LOS EFECTOS SECUNDARIOS DE LAS VACUNAS SON MUY FRECUENTES Y PELIGROSOS. FALSO
Como todo en medicina, las vacunas pueden tener efectos secundarios, que en general son leves y autolimitados, como por ejemplo fiebre y enrojecimiento en la zona de punción. Pese a todo son preferible estos efectos secundarios que las enfermedades y sus complicaciones contra las que nos protegen las vacunas. Otras sustancias como Ibuprofeno, Paracetamol también tienen efectos secundarios y se toman de una manera “mas alegre” sin pensar en sus efectos secundarios con Insuficiencia renal y/o hepatitis.
4. YO NO VACUNO A MIS HIJOS PORQUE LAS VACUNAS CONTIENEN MERCURIO Y ALUMINIO. FALSO
Durante mucho tiempo, en la fabricación o conservación de algunas vacunas, se ha utilizado como conservante el timerosal (una sal orgánica que contiene etilmercurio) por sus propiedades antimicrobianas. Sin embargo, desde hace unos años se ha ido reduciendo la cantidad de timerosal utilizado o se ha eliminado completamente, sustituyéndolo por otros compuestos para la conservación y fabricación de aquellas vacunas que antes lo contenían. Hoy en día, ninguna de las vacunas que se utilizan en los calendarios vacunales de las distintas comunidades autónomas españolas contiene esta sustancia mercurio como para que sea peligroso.
Nos podemos preguntar entonces por qué se ha retirado el timerosal de la composición de las vacunas si no es tóxico, pues por un principio de prudencia básico y por la alarma social que se ha creado alrededor de esta sustancia. Aunque las cantidades de mercurio a las que podía estar expuesto un niño español antes de los 14 años por la vacunación serían muy inferiores a las que se consideran tóxicas por los diferentes organismos mundiales, una vez que ha sido posible, se ha considerado oportuna su sustitución por otros compuestos también inocuos.
Sí, algunas vacunas contienen muy pequeñas cantidades de sales de aluminio como adyuvante o potenciador de la respuesta de defensa.
Las sales de aluminio se usan como adyuvantes de vacunas desde hace 70 años y son componentes imprescindibles para estimular el sistema inmunitario y permitir introducir menores cantidades de antígeno, que podría resultar perjudicial, en el organismo. Nunca se ha registrado ningún efecto adverso relacionado con el aluminio existente en algunas vacunas. La cantidad de aluminio que contienen las vacunas es muy inferior (menos del 1%) a las cantidades de aluminio que de forma natural contienen, por ejemplo, los alimentos habituales que consumimos, incluida, por chocante que resulte, la leche humana.