SER PADRES CON SENTIDO COMÚN
Hoy en día, tener un hijo, resulta y relativamente fácil. Ser padres no. Nadie te prepara para ello. Generalmente partimos de la base de que a mis hijos quiero darles los mejor; que sabemos lo que NO queremos, porque en nuestra infancia nos dejó alguna impronta desagradable y no queremos que le pase lo mismo, etc. Además, en el momento que decidimos ser padres, nuestro entorno, no colabora mucho, ya que nos emite mensajes negativos sobre lo que nos espera: No podrás dormir, no podrás salir, Siempre estará resfriado, tendrás la casa desordenada, etc. Recogemos información de San Google, con lo cual podemos hacer una tesis doctoral sobre todas las recomendaciones existentes a nivel mundial sobre la crianza de los hijos, las cuales, para más inri, son tamizadas por las diferentes sectas existentes en el entorno, léase, abuelas, suegras, cuñadas, vecinas, el pediatra o pediatras en plural, matronas, etc. Por cierto, fijaros que nuestro querido padre, no aparece en estas sectas.
Me pregunto, como es posible que tanta gente sepa sobre como criar los hijos de los otros. Siempre dando consejos. Y en la mayoría de los casos sin que se soliciten. Los padres de hoy en día, son padres “guay”, modernos, y todos sabemos mucho acerca de lo que se puede o no se puede hacer con un niño porque los niños de hoy en día ¡Son muy listos y nos toman el pelo! Y saben lo que quieren y no hay que dejarles salirse con la suya. Y tienen que ir en el carrito sin rechistar y dejar a mamá y a papá hacer su vida. Nada más nacer hay que enseñarles a dormir solos, a que mastique cuando empezamos la alimentación complementaria, etc. Es lo que se llama la educación protocolizada, en la cual se establecen una serie de normas para hacer las cosas de manera correcta.
Tengo ya unos cuantos años de experiencia como pediatra, en los que me enseñaron de forma protocolizada lo que se debía de hacer. Sólo existía un problema. Mi hijo no seguía los protocolos: No comía, no le gustaba la leche, era excesivamente dormilón. Todo cambió cuando llegué a la conclusión de que el que estaba equivocado era yo. Y empecé a gestionar el cambio. Me sacó de mi zona de confort y comencé a crecer. Ya no me parecía tan importante ver en que percentil estaba (percentilitis), sino si su evolución a lo largo del tiempo era la correcta, a pesar de ser el más pequeño de toda su generación. Llegué a la conclusión de que debíamos de aprender con la experimentación con ciertos límites (a pesar de seguir peleando con las sectas), y, que lo que mejor funciona es el SENTIDO COMÚN.
La vida, desde el momento en que nacemos, no se pinta de blanco o negro, sino que existen millones de colores entre el blanco y el negro. Razones para dar el pecho al bebé hay miles y todas muy buenas, pero si a la mamá le duele mucho y está sufriendo, lo lógico es ayudarle para que pueda disfrutar, aunque sea con la ayuda de un “biberón salvavidas”. No tiene que haber reglas con nada que supere la lógica de cada situación.
No hay que obsesionarse con la manera de hacer las cosas, ni creer que sólo hay una forma correcta. Criar un hijo es establecer una relación entre nosotros y nuestros peques. Informarse siempre y consultar con los especialistas, con espíritu crítico y adaptándonos a nuestras particularidades. No es lo mismo si los padres trabajan a turnos, si están de baja, si hay hermanos, etc. Además, los bebés desde que nacen van desarrollando su personalidad, y unos son más movidos, otros más tranquilos, los hay que crecen más rápido, que tardan más en hablar… y un sinfín de variables que no debemos pretender que sean iguales. Ni ellos como hijos, ni nosotros como padres. Por lo tanto: NO COMPARAR.