¿POR QUÉ INSISTIMOS TANTO LOS PEDIATRAS EN LOS LAVADOS NASALES?
Habréis oído hablar que el suero fisiológico es el «pañuelo» de los niños. Pues bien, es pañuelo de bebés, niños y adultos.
¿Qué pretendemos con los lavados nasales?
Nuestro objetivo es eliminar mucosidad, pero también suciedad y alergenos de las fosas nasales y orofaringe.
¿Cuántas veces al día debemos hacerlos? A demanda, tantas veces como obstruida, notemos su nariz y garganta, para que el niño pueda respirar y comer mejor.
Sin embargo, no es igual de recomendable la aspiración de secreciones, puede
resecar las mucosas, por lo que se recomienda máximo una vez al día, o solo cuando se ve la mucosidad espesa en narina.
Se recomienda cuando tienen abundante mucosidad, realizar lavados nasales antes de cada ingesta y antes de ir a dormir.
¿Qué cantidad de suero poner?
De acuerdo con la mucosidad, pero en general:
- 2ml en lactantes menores de 3 meses.
- 5ml a 10ml en lactantes de 3 a 12 meses.
- 10ml en mayores de 12 meses, pudiendo repetir.
¿Con qué dispositivo es mejor hacer los lavados nasales?
Sobre todo lo principal es usar un único dispositivo para cada paciente, para evitar posibles contagios. Se puede utilizar una perita, jeringuilla,…
¿Cómo hacer los lavados?
En lactantes pequeños es más fácil tumbados, boca arriba o boca abajo, ponemos la cabeza de lado y ponemos el suero por el orificio superior ( se puede tapar el orificio inferior para mejorar la limpieza de orofaringe). Empleamos presión constante y dejamos un ratito la cabeza de lado para evitar se atragante. Repetimos hacia el otro lado.
En lactantes a partir de un año se puede hacer igual o incorporado, lateralizando levemente la cabeza hacia un lado y poniendo el suero por el orificio que queda más arriba.
A veces veréis que expulsen la mucosidad por la nariz, otras veces por la boca, y otras simplemente se lo tragarán y posteriormente veremos sus deposiciones más mucosas.
En niños mayores se realiza de igual modo, incorporados con cabeza ligeramente lateralizada, pero pueden y deben acostumbrarse a hacerlo ellos mismos. También debemos enseñarles a mocarse en cuanto sea posible, de hecho después del lavado deben inspirar profundamente y posteriormente mocarse para evitar posibles efectos adversos sobre el oído, de este modo igualamos la presión.
En conclusión, sí, los pediatras podemos resultar pesados con los lavados nasales, pero así aseguramos la permeabilidad de la vía aérea superior y mantener la ventilación, no solo en catarros, sino también en bronquiolitis y bronquitis. Además, al reducir las secreciones también contribuiremos a reducir complicaciones como otitis.
Recordad: el suero fisiológico es el «pañuelo» de los niños.